El cerebro humano: ¿un dispositivo lingüístico multiSIM?


El hombre es tantas veces hombre cuanto es el número de lenguas que ha aprendido.
Rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico

Os habéis preguntado ya ¿por qué no nos cuesta, ni nos intimida pronunciar palabrotas en un idioma extranjero? O ¿por qué dicen que dominamos bien un idioma cuando empezamos a soñar en ese idioma?

No es sin razón…

El cerebro humano es una de las creaciones más complejas y extraordinarias que existen. Durante los siglos, siempre ha sido objeto de estudios y análisis. De hecho, varias son las disciplinas que se centran en este órgano, intentando descubrir su asombroso funcionamiento.

Una de estas disciplinas es la neurolingüística cuyas investigaciones buscan respuestas a los mecanismos biológicos que hacen posible la comunicación. Y cuando decimos “comunicación”, nos referimos a todas sus fases: comprensión, emisión, “ajuste” del lenguaje.

Todas las personas que hablan una lengua extranjera, sin duda han notado que su tono de voz y su entonación cambian cuando se expresan en esta lengua, en comparación con su forma de hablar en la lengua materna. Lo mismo pasa con el vocabulario que se utiliza. Los cambios, sin embargo, no solo afectan la forma, sino también el contenido. Además, aparecen tanto a la hora de emitir un mensaje, como en el momento de recibirlo e interpretarlo.

Nuestro cerebro funciona como un dispositivo multiSIM, conectando constantemente con diferentes operarios invisibles, según el idioma en el que va la comunicación. Los pensamientos que se forman en nuestra cabeza, el análisis que hacemos de los mensajes, las respuestas que damos y las decisiones que tomamos, todo está subordinado al idioma de la interacción.

Se han realizado varios estudios que demuestran que damos una respuesta diferente y actuamos llevados por distintos factores, si nos hablan en nuestra lengua materna o en un idioma extranjero.


Como ejemplo, podemos citar el estudio de Albert Costa (investigador ICREA del Departamento de Tecnologías de la Información y Comunicaciones de la UPF y jefe del grupo de investigación en Producción del Habla y Bilingüismo). Junto con su equipo, él llega a la conclusión de que el idioma en que se plantea un problema, determina la decisión moral tomada con respecto al dilema.

Durante el experimento, los científicos analizaron en comportamiento de personas de diferentes países, culturas y hablas; todos hablando un idioma extranjero. Los participantes fueron divididos en grupos y el dilema moral se le planteó a cada grupo al azar en su lengua materna o en el idioma extranjero.

En qué consistía el dilema: un tren se acerca a cinco personas paradas en las vías. La única manera de salvarlas es empujar a otro hombre, más pesado delante del tren.
Los participantes que obtuvieron la información en su lengua materna, tuvieron muchos escrúpulos y no podían sacrificar al hombre. Aquellos grupos, sin embargo, que recibieron la pregunta en el idioma aprendido, tomaron con más facilidad la decisión de salvar a las cinco personas.

¿Por qué nos pasa esto?
Se ha demostrado que cuando recibimos un mensaje en nuestra lengua materna, nuestro cerebro actúa de manera rápida y espontánea, llevado por una sensación momentánea, por un impulso. La misma información, presentada en un idioma aprendido, es tratada con más deliberación y atención. Nuestro cerebro hace mayor esfuerzo para entender el mensaje, se concentra más y nos “libera”, hasta cierto punto, de la carga subjetiva. Las decisiones que tomamos en el idioma extranjero son más frías, más racionales y menos emocionales.

El lenguaje es como un baúl de recuerdos. Almacenamos en nuestra memoria recuerdos, experiencias, emociones y lo hacemos siempre en el idioma en el que los vivimos, Por este motivo, la lengua materna tiene una carga emotiva muy considerable que nos hace tomar decisiones impulsivas y actuar más con el corazón que con la mente. A cambio, la lengua aprendida, en la mayoría de los casos, es un conjunto de reglas, de lazos lógicos, que suscita una reacción objetiva, más informada, centrada no en la intención, sino en el resultado.

Tal vez por esta razón, el gran orador y excepcional negociador Nelson Mandela dijo: “Si hablas a un hombre en una lengua que entiende, el mensaje llega a su cabeza. Si le hablas en su lengua, le llega a su corazón.”

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