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El proceso de mejorar una traducción generada por una máquina con una mínima mano de obra.
Cuando hablamos de traducción, instintivamente pensamos en Google Translate o en Microsoft Bing Translator. Y es que estos motores de traducción automática se han vuelto parte inseparable de nuestro día a día. Son omnipresentes y, sin duda, cada usuario de Internet recurre a ellos consciente o inconscientemente.
Útiles, aunque no muy fiables, ¿podrían ser el futuro de la traducción?
Tal vez sí, hasta cierto punto, pero todavía estamos lejos de una traducción automática auto-suficiente.
La traducción que hoy en día conseguimos con un traductor automático es una traducción en estado bruto, sin matices, ni estilo, con múltiples errores semánticos, gramaticales y ortográficos. Son fórmulas de reconocimiento que reflejan una equivalencia: palabra A de la lengua fuente equivale a palabra B de la lengua meta, sin tomar en consideración el contexto, sin preocuparse de la morfología y de la sintaxis.
De allí que no hay realmente competencia entre la máquina y el traductor humano. Cada uno hace lo suyo: la máquina hace una traducción previa o pre-traducción; el traductor, por su parte, combina la reflexión y la emoción con los conocimientos y la experiencia, para crear un texto inteligible y de calidad.
Surge la pregunta ¿qué pasa cuando se le encarga al traductor la corrección de una pre-traducción automática?
El proceso de pulimento de una traducción automática, que no se debe confundir ni con la revisión, ni con la corrección, es la misión principal de la posedición.
Todavía desconocida para mucha gente, la posedición se impone cada vez más debido a la globalización y a la expansión de las ventas de productos y servicios vía Internet. Su objetivo es aumentar la productividad, sirviéndose de la rapidez de traducción de la máquina, y garantizar la calidad gracias a la intervención del especialista humano, el poseditor.
El papel del poseditor es esencial a la hora de armonizar y de coordinar el texto. Él se encuentra confrontado a dos fuentes de pre-traducción que determinan las operaciones a realizar.
La primera pre-traducción es el texto bruto generado por un motor de traducción automática (tipo Google translate). Este tipo de traducción previa encaja bien con documentos técnicos; sin embargo, es completamente incompatible con un texto literario o publicitario.
En este caso, el poseditor debe completar, modificar, revisar y corregir un texto completo previamente traducido por una máquina.
La segunda fuente de pre-traducción, son los programas de traducción asistida. Ellos no traducen, sino buscan equivalencias en memorias de traducción o bases de datos ya creadas. Esta pre-traducción es mucho más fiable, más inteligible y en concordancia con el texto original.
El poseditor, una vez más, debe completar, modificar, revisar y corregir, pero no un texto bruto, sino frases traducidas por traductores, es decir segmentos comprensibles y gramaticalmente correctos.
¿Tiene futuro la posedición? ¡Sí! Cuanto más crece la comunicación y la interdependencia entre los distintos países del mundo, cuanto más se expande la interacción a nivel mundial, más útil será la posedición, permitiendo ganar tiempo, reducir gastos y garantizar calidad.