
La Rueda de Emociones
El pensamiento nos lleva a concluir. La emoción nos lleva a actuar.
Alex Rovira
Cada persona es un baúl de emociones que cambian constantemente a lo largo del día. Muchas veces no somos capaces de expresar cómo nos sentimos. En otras ocasiones, somos incluso incapaces de darnos cuenta de nuestra emoción.
Pero, ¿qué son las emociones y cómo determinan nuestro comportamiento y acciones? También es útil preguntarnos ¿cuál es la necesidad y en qué puede ayudarnos la expresión y el reconocimiento de las emociones?
Según una de las definiciones, la emoción es un episodio de cambios interrelacionados y sincronizados en el estado de todos o de la mayoría de los cinco subsistemas del organismo en respuesta a la evaluación como relevante de un estímulo externo o interno. [“Emotion is defined as an episode of interrelated, synchronized changes in the state of all or most of the five organismic subsystems in response to the evaluation of an external or internal stimulus event as relevant to major concerns of the organism” (Emotion Researcher, 2015)]
Uno de los métodos más populares de clasificación y de determinación de las emociones, es la teoría psicoevolutiva de las emociones de Robert Plutchik.
En 1980, Plutchik propone dos modelos de Ruedas de emociones – en dos y en tres dimensiones, intentando a través de ellas describir la relación entre los diferentes estados emotivos. Él considera que las emociones en sí no son ni buenas, ni malas, que son simplemente una respuesta adaptativa a una situación de supervivencia. Aparecen con una función concreta y nos ayudan a superar la situación a la que nos enfrentamos.
En el centro de la Rueda, Plutchik sitúa las ocho emociones básicas, que él denomina emociones prototipo, y los conceptualiza en pares de polos opuestos:

Todas las demás emociones, que según los científicos superan las 34 000, son resultado de las combinaciones de las emociones primarias, con diferente grado de similitud e intensidad.
La Rueda de Emociones muestra cómo se entrelazan las emociones, yendo del estado más intenso de la misma (en el centro), hacia los matices con menor carga emotiva (hacia los bordes).

En momentos de fuertes emociones y sentimientos, nuestro cerebro no puede conservar su objetividad. Esto nos impide actuar correctamente y nos dejamos llevar por los impulsos.
Usando la Rueda, podemos visualizar los estados emotivos, comprender cómo nos sentimos y reconocerlo.
¿Se podría aplicar la Rueda a la enseñanza? ¡Claro que sí!
De hecho, es lo que hacemos en Translanded Language School, Empezamos cada clase con el juego de la rueda. Esto nos permite determinar el estado de ánimo de nuestro grupo.
Si comprendemos la emoción concreta de cada alumno, podemos interpretar mejor su comportamiento y gestionarlo. Es la base que determina, en cierto modo, el contenido de la clase, observando nuestro principio de generar bienestar y buen humor en los participantes.
Por otro lado, es una rutina que nos ayuda a repasar el vocabulario y que incita a la conversación.
Recomendamos el uso de la Rueda también en casa, sea ésta en el idioma materno o en un idioma extranjero, sobre todo en el caso de niños introvertidos, que no suelen compartir sus sentimientos y emociones.
¿La habéis probado ya? ¡Es divertida y de gran utilidad!